¿Dónde está tu guitarra, Cuco?

Crédito: Archivo Alina Sánchez publicado en el libro “De Altamira, Tamaulipas, traigo esta alegre canción”.

Por Emmanuel Martínez Zamorano

-¿Qué cantas, tía Lupita? Pregunté hace más de 25 años a la hermana mayor de mi madre, una mujer de 50 años, solterona, que escuchaba una estación de música ranchera en una grabadora con luces de colores mientras hacía sus quehaceres.
-A Cuco Sánchez -me contestó. Y me acerqué con ella a escuchar.
Y tú que te creías el rey de todo el mundo…

Fue la primera vez que alguien me hacía escuchar a Cuco. Años después alguna mujer no sólo me hizo escucharle, sino cantarlo.

Don Cuco, usted tejió conceptos en toda mente del mexicano:
“No es lo mismo amar que ser amado”.
“Como el aire hace falta en el mundo, así me haces falta tú”.
“Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.
“La chancla que yo tiro, no la vuelvo a recoger”.

Cuco, tus canciones germinaron en un pueblo de agua, cerca del mar. Ahí viste el cielo que platicabas, el mismo que recitabas antes de cantar: “Yo quiero quedarme en ésta, mi tierra, que tiene su cielo cuajado de estrellas, y un sol y una luna que ya la quisieran para un día domingo por ahí otras tierras…”.

Le cantaba a la memoria y al olvido. Al amor y sus contrapartes. Le cantaba a las cosas que todos sentimos pero pocos sabemos expresar, ahora las cantamos con la ayuda de una de sus muletas, con alguna de sus canciones:

“Guitarras, lloren guitarras,
violines lloren igual,
no dejen que yo me vaya con el silencio de su cantar”.

Crédito: Archivo Alina Sánchez publicado en el libro “De Altamira, Tamaulipas, traigo esta alegre canción”.

A José del Refugio Sánchez Saldaña la luna lo hizo nacer en Altamira, nació un 3 de mayo de 1921, día de la Santa Cruz, fiesta de los albañiles, estereotipo del maestro constructor al que diera vida en la película Fallaste corazón de 1970. Su padre, un capitán del Ejército Mexicano, se trasladaba con su regimiento a Ciudad Victoria, con él viajaba su esposa, doña Felipa Saldaña Cabello de Sánchez, quien dio a luz bajo un árbol y con la ayuda de soldados y no de comadrona.

Campirano observador. Aún naciendo casi ciego. Sus canciones están plagadas de paisajes de campo, vivos, calurosos, de palabra franca, clara. Norteño tenía que haber sido. Sus canciones estallaban en la metáfora de la vida diaria, del hombre de pie. De campo o de ciudad, la sed y el amor se sienten por igual en cualquier latitud.

A Cuco lo hemos visto todo México, en todo el mundo. Aunque él afirmaba que no era actor, admitía que su talento era la interpretación de las canciones, de sus canciones: “para cantar también hay que hacerle al teatro” alguna vez dijo en entrevista.

Fallaste corazón podría haber llegado tarde al cine nacional, 1970 era un año de cambios y los clichés de la sociedad contemporánea dejaron cicatrices en el drama, en esta tragedia que nos entregó el maestro José María Fernández, director, escritor y productor que dio sus mejores años a México.

En esta película, el personaje Lupe, nos acerca a la naturaleza del mismo Cuco, un hombre cargado de talento, reconstructor de maravillas orales, pero no un galán de aquellos días. Chaparrito y moreno que se decía así mismo patito feo.

Su voz entonces se convirtió en atemporal, lo mismo podría haber sido en la radio de los años 60 que llegaba a todo México, como en una grabadora china de la década de los 90 como en la que yo lo conocí. Aún así, Don Cuco, estuvo en casi 50 películas: en alguna producción de su amigo el Indio Fernández, o del virtuoso Ismael Rodríguez, o en un duelo de coplas con José Alfredo Jiménez en la memorable Las Ferias de México.

Cuánto se extraña una voz así, que cante el vivir, que nos recuerde que podríamos ser como el viento que corre por todo el mundo. Tal vez, después de escucharle, Don Cuco, encontremos el lugar dónde se escucha la canción más hermosa del mundo. Tal vez, como lo aseguraba, sea a un lado de nosotros, con la risa de quién queremos más.

Altamira, como en el universo de Cuco Sánchez, es un puerto donde unos llegan y otros se van.

Acérquese pues, vean, pero sobre todo escuchen a Don Cuco en Fallaste corazón y disfruten la película.

Revista “Historia de la canción”, (1961).
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