Marisol Noriega, Emmanuel Martínez y Carlos Manuel Juárez / Elefante Blanco
El domingo 1 de octubre era un día especial para las familias Ruiz, Sánchez y Ramírez. Josefina cumplía años y el matrimonio de Jabín y Luz Elena bautizaba a su hija Nohemí.
Las comadres salieron temprano del fraccionamiento Los Prados, en Altamira. Llegaron poco antes de las 11:45 horas a la iglesia de la Santa Cruz, sitio que eligieron por las facilidades que otorga la parroquia para loa trámites previos.
Entraron al salón para cumplir con la plática preparatoria. Al terminar, los tres adultos y la pequeña salieron al patio, junto con decenas de familias, para esperar que comenzara el bautismo colectivo. El reloj marcaba las 13:10 horas.
Las bancas de la parroquia de la Santa Cruz se llenaban de padrinos, ahijadas, abuelos, abuelas y amigos. Desde el altar, el sacerdote inició la ceremonia. Los feligreses compartían miradas y cantos de fervor.
“Había gente de Tula, Hidalgo; Durango; y lo que no van a creer gente de Uruguay”, cuenta Josefina y Jabin en entrevista con Elefante Blanco.
Josefina, Jabin, Luz Elena y Nohemí esperaban el bautismo en la segunda fila del lado derecho de la parroquia. El sacerdote avanzaba en dirección de la niña. La madrina le dijo que le pondrían una loción para calmarla.
“El padre estaba enfrente de mí, terminando de ponerle aceitito a la niña, al girar, se oye como un trueno. Volteo y veo que se empieza a caer el techo y el padre grita. Nos caemos nosotros”, detalla la madrina de Nohemí.
Luz Elena Sánchez cubrió a su hija y su esposo Jabín se puso encima de las dos mujeres. Josefina se tiró al suelo. La losa bajaba pero las bancas de la iglesia no dejaban que llegaran hasta la familia Ruiz y a Josefina Ramírez Montante.
La parroquia se pobló de gritos y lamentos. En el caos, Jabin tomó un ladrillo y rompió un ventanal para que su familia y otras más escaparan del horror por el claro que formaba la losa y la banca.
Ya afuera, Josefina llamó al 911 pero respondió una operadora. Se desesperó y recordó que en su trabajo de despachadora de gasolinería tienen teléfonos de la Guardia Estatal. Llamó a sus compañeras y le cantaron las mañanitas. Ella las calló para contarles de emergencia. Todo siguió su curso. Llegaron los vecinos, las patrullas, los gritos y silencios dentro de la iglesia.
Ante el terror vuelto caos, las familias Ruiz, Sánchez y Ramírez decidieron irse a sus casas para proteger a Nohemí. Ellas y él se fueron sin ser registrados como sobrevivientes de la tragedia que sacudió a Tamaulipas.
Este jueves, Nohemí cumple 3 años y festejará con su madre, padre y madrina.