El peso político del magisterio en Tamaulipas

Eje Sur

Opinión por Víctor Hugo Martínez

Las impresionantes imágenes de la movilización de maestros en paro a lo largo y ancho del estado seguramente fueron el principal argumento para llegar a un acuerdo entre la secretaria de Gobernación (Segob), Luisa María Alcalde Luján, y el líder de la sección 30 del SNTE, Arnulfo Rodríguez Treviño, que incluye la reanudación de clases a partir del miércoles.

Lo demostrado en días pasados por el magisterio tamaulipeco es todo un capital político que no merece desperdicio para Morena.

Si bien es cierto, el interés supremo es la educación de los infantes tamaulipecos y era indispensable reactivar su preparación, es claro también que las manifestaciones de solidaridad en torno al movimiento de los docentes iba en aumento.

A diferencia de algunas críticas, los profesores en paro no se veían incómodos en la toma de las instalaciones administrativas.

Durante la reunión de trabajo para destrabar el paro laboral también intervinieron la secretaria de Educación Pública (SEP), Leticia Ramírez Amaya; el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya; además del dirigente nacional del SNTE, Alfonso Cepeda.

La titular de Gobernación, al término de la reunión, envió un mensaje a través de sus redes sociales en donde señaló: “Acordamos que se hablará con los maestros para que a partir del miércoles se instale una mesa que atienda sus demandas laborales”.

Lo anterior llama la atención porque la dirigencia magisterial de la sección 30 del SNTE, en diferentes ocasiones ha indicado que desde el pasado mes de febrero comenzaron las negociaciones con las autoridades educativas de Tamaulipas. El propósito era atender las necesidades en todo el territorio, pero estas nunca llegaron a buen fin, originando la toma de las oficinas administrativas y posteriormente el paro de labores.

Ante este panorama y con el objetivo primordial de evitar la intromisión de más intereses de color azul, las autoridades federales le corrigieron la plana a la titular de Educación estatal, Lucía Aimé Castillo Pastor, quien a todas luces tuvo un pésimo manejo de la crisis magisterial.

Algunas veces se dice que no hay triunfadores ni derrotados en un conflicto. Esta vez, Arnulfo Rodríguez Treviño se presume ganador por encima de otros actores políticos en la entidad y quienes han mostrado tibieza en sus acciones.

No se extrañe la posibilidad que la carrera del líder magisterial tome nuevos rumbos; si no, al tiempo.

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