La terca realidad

Carlos Canturosas aspira fuerte a la candidatura. Crédito: Ayuntamiento de Nuevo Laredo / Facebook

Catalejos

Opinión por Miguel Domínguez Flores

Parece que en Tamaulipas no hay espacio para la paz. La trágica muerte del senador Faustino López en un accidente automovilístico modificó las estrategias que se diseñaban en los búnkers políticos rumbo al 2024.

Cuando decíamos que el próximo proceso electoral está mucho más cerca de lo que parece, y esa circunstancia había sido un factor para el diseño del gabinete de Américo Villarreal Anaya, la terca realidad y los misterios del destino se impusieron sobre los planes que se elucubraban en todo el territorio estatal.

No es menor lo que se jugará en la elección extraordinaria que se realizará en los primeros meses del 2023.

Una vez más la lucha de poder en Tamaulipas adquirirá notoriedad nacional porque, ya lo hemos visto en las últimas discusiones legislativas, cada curul de la Cámara Alta tiene altísimo valor.

Para Morena es fundamental conservar ese voto si quiere seguir impulsando reformas estructurales, como la electoral, y para la oposición es una oportunidad dorada para diezmar los alcances de la 4T.

Y claro, en el campo de batalla local hay un botín -trágico, pero valioso al fin- que no estaba en el horizonte.

Por eso, nadie debería asustarse de que se hayan activado ya los cuartos de guerra de los grupos políticos que aspiran a llegar al Senado.

En Morena es evidente (y natural) que los principales liderazgos regionales han empezado a moverse para quedarse con la preciada candidatura. Con algo de ventaja, por peso político y hasta económico, arrancan Carlos Canturosas y Mario López Hernández.

Pero asimismo estaría apostando José Ramón Gómez Leal, motivado por su reciente cercanía con Adán Augusto López, porque -faltaba más- también la lucha de las “corcholatas” pesará en este mini proceso electoral.

Tampoco Ricardo Monreal debería espantarse con esta dinámica política, cuando él mismo como animal político que es, hizo bien en participar en todas las ceremonias fúnebres del senador Faustino, pero al mismo tiempo aprovechó su estadía en el sur de Tamaulipas para operar una estrategia que le permita incidir en la selección del candidato.

Sus apuestas, hasta donde se sabe, serían Adrián Oseguera y Maki Ortiz.

Igual de compleja será la disputa panista por la candidatura.

Aunque Chucho Nader goce de los mayores méritos políticos, como el único sobreviviente en el estado a la ola guinda, el alcalde de Tampico evaluará si le conviene adelantar el paso que ya tenía programado para el 2024, o mantiene su estrategia para fortalecerse de cara a la elección federal.

Pero además, como ocurrió en la competencia por las dirigencias municipales de Acción Nacional, se reeditará el encontronazo entre los grupos regionales contra el cabecismo que aspira a mantener el control del partido.

Pese a que se trata de un reto complejo por lo inesperado, Morena tiene la posibilidad de acudir a este inédito proceso electoral como favorito.

Para ello claro, tendría que hacer una buena selección de su candidato.

Con la postulación de un peso pesado como los dos fronterizos que ya se mencionan (Canturosas y Mario López), y una buena operación para que no se fracture la relación con quienes no resulten elegidos, el partido de la 4T estaría dando varios pasos hacia la victoria.

Porque contra las aspiraciones del PAN, sea quien sea su candidato, pesan dos factores principales: 1) será difícil sacudirse en unos cuantos meses la inercia de la dolorosa derrota que sufrieron en junio; y 2) la alianza que los hizo medianamente competitivos, difícilmente podrá reeditarse.

Morena tiene una oportunidad de oro para refrendar muy pronto el triunfo político del 2022. Lo único que tiene que hacer es evitar equivocarse en el proceso interno. Parece poca cosa, pero no lo es.

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