La fallida elección de Estado

El Kiosko

Opinión por Héctor Garcés

La primera advertencia para el operador político de Morena oriundo de Ciudad Madero pero que labora en Altamira fue cuando días antes de la jornada electoral del 5 de junio rompieron los vidrios de su automóvil. Fue un acto de vandalismo.

El segundo aviso fue igual o todavía más atemorizante porque atentaba en contra de su círculo familiar: los vidrios de la camioneta de su esposa también fueron rotos.

El temor los invadió a ambos. El mensaje era claro: el aparato político que controla el poder estatal no quería que ‘operara’ el día de la votación a favor del partido guinda. A pesar del riesgo, decidió quedarse, ‘aguantar’ lo más posible.

Entonces, la estrategia del miedo pasó a una orden de aprehensión. Un ‘pitazo’ ayudó a escapar al ‘operador’ de la 4T. Los policías estatales emprendieron la persecución en diversos sitios de la zona metropolitana y que los llevó a montar un retén en el ‘Puente Tampico’. El morenista logró evadirse gracias a que militantes del partido lo escondieron.

Sin embargo, el 5 de junio, ese morenista, cuya única salida fue ocultarse en otro estado vecino, no pudo votar en la sección electoral que le correspondía.

Bajo las sombras de la noche, la casa de otro operador morenista del sur tamaulipeco fue rodeada por aproximadamente 25 policías estatales y casi media docena de patrullas horas antes de los comicios. No lo pudieron detener porque minutos antes había salido de su domicilio con rumbo desconocido. El problema es que su familia quedó en ‘shock’, sumamente preocupada por lo que le pudiera pasar. La ansiedad, la presión al tope.

Este tipo de acciones se instrumentaron en diferentes ciudades de Tamaulipas en un descarado intento por manipular, con todos los recursos y los ‘trucos’ disponibles, el proceso electoral en beneficio al candidato del actual gobernador. La operación ilegal del aparato estatal, finalmente, fracasó. La elección de Estado falló.

Pero… a fin de inhibir el voto y que la gente no saliera a votar, la estrategia del miedo fue más allá: durante la madrugada del día de la votación, varios vehículos fueron incendiados en la capital de la entidad. Esos autos eran propiedad de representantes de casillas que militan o simpatizan con Morena.

Además, un video que mostraba las unidades devoradas por el fuego fue subido a las redes sociales. Una voz, teñida por el nerviosismo, alertaba sobre el hecho y, de manera abierta, decía que así estaba Ciudad Victoria y todo Tamaulipas. Incluso, pedía a la gente tener mucho cuidado y no salir de sus casas. La táctica del terror quiso ser viralizada.

En Reynosa, en la tarde del 5 de junio, un grupo de hombres armados cerró con un candado y cadenas el centro de votación instalado en una escuela. También tiraron ‘ponchallantas’ en la calle a la que se accedía a la casilla. El diputado local morenista Humberto Prieto, que portaba un chaleco antibalas, llegó con personas que lo ayudaron a romper el candado para que los ciudadanos siguieran votando.

La elección de Estado que intentó el partido blanquiazul articuló y ‘perfeccionó’ lo que el priismo tamaulipeco ejecutaba durante las votaciones: la compra masiva del voto.

Dos meses de campaña sirvieron de poco o nada: César Verástegui, el candidato de la alianza ‘Va por Tamaulipas’ a la gubernatura, se quedó en la misma posición, en un distante segundo lugar. Encuestas confiables, las que estaban en manos blanquiazules, indicaban la frialdad de los números: ‘El Truco’ se encontraba 15 puntos porcentuales abajo del morenista Américo Villarreal Anaya. La diferencia era, siempre fue, de dos dígitos.

Para cambiar la tendencia, el aparato estatal canalizó 120 millones de pesos (algo así como 6 millones de dólares) para la compra masiva de votos. En otras palabras, el objetivo era robarse la elección, cometer un escandaloso fraude.

Esta estrategia quedó exhibida cuando cientos de personas evidenciaron la sucia y corrupta estratagema: tras plasmar una ‘palomita’ en el logo del PAN, tomar una fotografía con su teléfono celular y arrancar el folio de la boleta electoral, el votante anulaba su voto al cruzar con el crayón el logo de Morena y el nombre del candidato a gobernador de la 4T.

A la salida, al contactar al líder de colonos que le había prometido 500 pesos, el votante enseñaba la foto con el voto a favor del aspirante panista y entregaba el folio, pero… en realidad ya había anulado su sufragio.

Algo más salió a relucir con el recuento de los votos: ¡boletas electorales falsas!…

Sí, se llegaron a encontrar hasta 5 boletas falsas (todas favorables al PAN) metidas en una boleta electoral real que estaba doblada. Ese tipo de casos se detectaron en Altamira. Existe, como prueba, un video que exhibe esa artimaña conocida como ‘urna embarazada’.

Todos esos ‘trucos’ se sumaron a la guerra sucia que imperó a lo largo de los sesenta días de campaña, cuyo nivel de cinismo llegó a falsificar documentos de agencias gringas, crear sitios ‘de un día’ de medios ficticios norteamericanos y distribuir por doquier noticias falsas.

Sin embargo, nada de eso pudo desalentar el voto de los tamaulipecos. La maquinaria blanquiazul estatal se topó con la realidad democrática: la participación ciudadana en la jornada electoral fue de 54 por ciento, siendo la más alta de los seis estados donde hubo elección para renovar gubernatura. El porcentaje superó pronósticos y expectativas.

Posteriormente, en una conferencia ‘Mañanera’, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, calificaría al pueblo tamaulipeco como ‘heroico’.

Muy cierto: la gente salió a votar sin miedo el pasado 5 de junio. La elección de Estado aplicada por el gobierno panista fue fallida.

Y para cerrar

Francisco García Cabeza de Vaca apareció en Tampico el pasado sábado para agradecer el apoyo a su candidato, César Verástegui Ostos y expresar que el proceso electoral todavía no ha terminado porque se encuentra en la etapa de impugnación. A su lado estuvo el ‘Truco’.

No obstante, algo llamó mucho la atención del aspecto del gobernador tamaulipeco: las pronunciadas ojeras, las canas inminentes, las sonrisas forzadas. En resumen, el rostro de la derrota.

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