miércoles, 24 de abril del 2024

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Crédito: Senado Morena
Vergonzoso y preocupante que quienes gobiernan se asuman como los únicos con “legítimas intenciones” y como el único camino, al tiempo que cancelan el resto.

Nunca más

Opinión por Jacobo Dayán

Más claro no podría ser. Las declaraciones del presidente y la bancada de Morena en el Senado dejan en claro que se asumen como un régimen totalitario.

Los regímenes totalitarios se presentan como la única vía legítima de gobernar. Fusionan partido, gobierno y Estado. Niegan la posibilidad de que se exprese democráticamente la pluralidad, pretenden cancelar las visiones opuestas o críticas, exaltan la figura de un líder al se le otorgan poderes ilimitados, se asumen como la única y verdadera representación de la voluntad popular, dictan el quehacer de la ciencia, educación, cultura y arte para que estén en consonancia con su movimiento. Les estorba la diversidad de opiniones, el disenso y la prensa crítica y plural.

No conciben una ciudadanía plural sino un pueblo monolítico adherido a su movimiento. Lo mismo ocurre con la patria y su destino, son vistos de manera única.

El pasado 14 de febrero los Senadores de Morena emitieron un comunicado en el que se asevera que “el presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la Nación, a la patria y al pueblo”, por si esto no fuera suficiente continúan: “los enemigos no son solo opositores a los principios democráticos y populares que encabeza el Ejecutivo, sino opositores a México y a todas y todos los ciudadanos que buscan la justicia y la igualdad social”. Por su parte el presidente ha reiterado una y otra vez que toda crítica tiene fines oscuros, incluso la ha etiquetado como golpista. Para él la única forma legítima de buscar el bien común, reitero, la única, es a través de su voluntad y la de su movimiento.

Estas posturas son abiertamente totalitarias. Son absurdas y preocupantes. Parten de la idea de que alguien encarna, cual mesías, a la patria y por si fuera poco a todo un pueblo, por lo que debe cancelarse y criminalizar discursivamente, por ahora, el disenso, la crítica y la diversidad. Buscar paralelismos en la historia podría llevarnos a regímenes de horror o a burdas caricaturas. Aclaro que el paralelismo es solo en las formas en que se concebían como movimientos totalitarios.

Uno de los eslóganes del nazismo era Ein Volk, ein Reich, ein Führer (Un pueblo, un imperio, un líder). El culto al líder iba más allá del liderazgo político. Hitler era presentado como una figura casi mítica que guiaba el destino de la nación y del pueblo. En el documental Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad) de Leni Riefenstahl se recogen los eventos del congreso del partido nazi en 1934 en la ciudad de Núremberg. Hacia el final Rudolf Hess, lugarteniente del Führer, arenga a los presentes con la frase: “El partido es Hitler. Hitler es Alemania, Alemania es Hitler”. ¿Alguna similitud con la aseveración morenista en el Senado? En el caso soviético, el culto a la personalidad sobre su líder, Stalin, fue fuertemente criticado por su sucesor, Nikita Jrushchov, en un discurso en 1956. A esta lista se podrían sumar ejemplos de autoritarios y dictadores de países bananeros.

Este culto a la personalidad además de exaltar la figura del líder supone una postura hostil frente a la oposición que es particularmente grave si esta se expresa desde el parlamento que tiene como sustento el diálogo, la pluralidad y la representación.

Vergonzoso y preocupante que quienes gobiernan se asuman como los únicos con “legítimas intenciones” y como el único camino, al tiempo que cancelan el resto. Las alternativas, según este discurso, son que se está con Morena y su líder o se es traidor y golpista. Por ahora eso es lo que piensan y abiertamente expresan. Por ahora.

Jacobo Dayán. Especialista en Derecho Penal Internacional, Justicia Transicional y Derechos Humanos. Se desarrolla como docente, investigador, conferencista, activista, analista, columnista y consultor tanto en México como en el extranjero.

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