Carlos Manuel Juárez
Como hace años no lo hacía, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dejó ver la persona por encima del animal político ante los cuestionamientos sobre los señalamientos e investigaciones contra sus hijos, hechos por Elefante Blanco.
Fue una pausa inusual, no de las acostumbradas, Andrés Manuel López Obrador frunció el ceño, tomó aire y entrecerró los ojos en gesto de llanto, al recordar cómo su familia ha sido espiada, desde que era dirigente en Tabasco.
Este instante de vulnerabilidad fue detonado por la pregunta sobre un reporte de inteligencia del gobierno de México por el espionaje a sus hijos José Ramón y Andrés Manuel presuntamente orquestado por el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, lo cual no desmintió.
El mandatario había cerrado su conferencia matutina, donde criticó a su paredón favorito de personajes “neoliberales”: Carlos Loret de Mola y Enrique Krauze. Antes de abandonar la sala decidió responder a los cuestionamientos del medio tamaulipeco.
Previo a su conmoción, el tabasqueño evadió tocar a fondo el tema del desafuero del gobernador Cabeza de Vaca y señaló la responsabilidad de la FGR y el Poder Judicial en el caso.