Coalición nacional de periodistas en defensa de su vida

Ruta crítica

Opinión por Ernesto López Portillo

El periodismo en México está bajo asedio, persecución y ataque al menos desde dos frentes que muchas veces resultan ser el mismo: el Estado y la delincuencia organizada. Desde hace años nos hemos acostumbrado al hecho de que el nuestro es uno de los países donde mueren más periodistas por hacer su trabajo. Pero los diagnósticos más acuciosos enseñan que los ataques contra las personas que ejercen el periodismo provienen principalmente de agentes del Estado.

Es el peor de los mundos porque en efecto el Estado mismo reconoce una y otra vez el fenómeno y específicamente acepta que las propias autoridades no logran prevenir los crímenes ni castigarlos. El gobierno federal acaba de reconocer que la impunidad de los homicidios contra periodistas equivale a noventa por ciento, la misma, por cierto, para los homicidios dolosos contra la población en general.

Las democracias respiran en buena medida a través de la libertad de prensa. Pero las llamadas democracias donde el Estado de derecho es más una aspiración formal que otra cosa, el papel del periodismo es infinitamente más relevante porque, estando en general colapsados los contrapesos frente a los poderes públicos y privados, muchas veces lo único que queda es, justamente, el periodismo libre y crítico que documenta y denuncia el daño que provocan esos poderes al no ser limitados por controles formales eficaces.

Dicho en términos simples, si se puede aplastar la libertad de prensa en la casi total impunidad, por esa vía se podrán aplastar todos los demás derechos sin límite alguno. Es el sueño de todo poder autoritario, borrar a la prensa independiente hasta lo más posible; y lo es mucho más cuando el poder depende en buena medida de construir narrativas hegemónicas creíbles, independientemente de contar o no con asidero en la evidencia.

Así que aplastar al periodismo independiente tal vez nunca había sido más vital para el poder político y para los poderes criminales muchas veces vinculados a aquél.

Bajo las actuales condiciones no hay motivo alguno para esperar que esto cambie. Hay que partir de reconocerlo y analizar el contexto desde esa base. Al menos en el corto y mediano plazos, no serán contenidos los ataques ni la impunidad. Más bien al contrario, en la medida que avanza la descomposición del Estado articulado a poderes criminales, es razonable esperar incluso mayores embates contra quien desnuda los abusos desde las élites.

Cuando dirigí Insyde (2003-2016) desarrollamos el proyecto Violencia y medios a cargo de Marco Lara (uno de los más prestigiados periodistas y referencia de vanguardia internacional), iniciativa que me permitió descifrar al menos una parte de las culturas propias de los medios de comunicación y el periodismo en México. Si algo me quedó claro fue el contexto de precariedad ética y profesional en la que funciona ese gremio con enorme frecuencia. Como también pude conocer esfuerzos extraordinarios entre quienes logran hacer aquí un periodismo auténticamente ejemplar.

Y en el trayecto de ese proyecto creo haber mirado con especial claridad lo que tal vez es la mayor debilidad del gremio: su fragmentación. Mientras escuchaba que “cada ataque contra un periodista es un ataque contra todas y todos los periodistas”, confirmaba en la práctica que no es así.

Hoy regreso a una de las ideas que figuró en el proyecto Violencia y medios, me refiero a la urgencia de construir formatos de articulación que, desde la solidaridad gremial, den forma a estrategias comunes para responder ante los ataques y la impunidad. Y si antes era urgente, qué podemos decir ahora.

Mi propuesta es construir una coalición nacional de periodistas y medios de comunicación en defensa de su integridad y su vida. Podría comenzar funcionando bajo dos grandes parámetros; primero, informar en bloque y con los mismos contenidos ante cada ataque en su contra y, segundo, monitorear las investigaciones de los delitos a través de un método que visibilice, igualmente en bloque, el estado de las indagatorias. Así de sencillo o así de complejo, como se quiera ver.

La idea puede ser cualquier cosa, menos original; es lo de menos. Lo importante es hacerla posible ya. Entiendo esto como un monumental imperativo en términos éticos y políticos, ante la terrible crisis de nuestra democracia.

¿Se imaginan 20, 50, 100 portadas con la misma información en fechas regulares por tiempo indefinido? Yo sí.

Ernesto López Portillo. Coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana. Fundó y dirigió el Instituto para la Seguridad y la Democracia -Insyde- (2003-2016). Ashoka Fellow.+Derechos+Seguridad+Derechos.

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