El Kiosko
Opinión por Héctor Garcés
En una carta que difundió ayer, Maki Ortiz Domínguez afirmó que impugnó la designación por encuesta de Américo Villarreal Anaya como candidato de Morena a la gubernatura de Tamaulipas ‘porque se dio cuenta de haber participado en una simulación’.
La exalcaldesa de Reynosa escribió que se siente decepcionada por haber sido utilizada de esa forma, ya que, de acuerdo con un documento firmado el 21 de diciembre (un día antes de ‘la pasarela’) por los dirigentes nacionales de Morena, entre ellos Mario Delgado, presidente, y Citlalli Hernández, secretaria general, el senador tamaulipeco ya había sido designado candidato a gobernador.
Maki es una política con experiencia que cuenta con poco más de dos décadas de experiencia en el quehacer político y el servicio público. Ella, como el resto de los exaspirantes, sabe perfectamente que ese tipo de designación, la de un candidato a gobernador, no recae en la dirigencia del partido de la 4T, ni en una, dos o tres encuestadoras. Ella sabe dónde se toman esas decisiones: en Palacio Nacional. Lo demás es puro cuento.
Eso sucedió durante el viejo sistema político priista. También ocurrió durante la docena de años en que gobernó el panismo. Y, por supuesto, el mismo método es el que impera en la actualidad. Es una virtual facultad presidencial.
El 27 de julio de este año, tras analizar las ansias novilleras del numeroso contingente de prospectos a la anhelada nominación color guinda tamaulipeca, El Kiosko publicó sobre el tema y tituló: ‘¡No se hagan bolas!… decidirá ya saben quién’.
En el primer párrafo, este columnista planteó de manera directa: ‘No se hagan bolas: la decisión de quién será el futuro candidato de Morena a la gubernatura de Tamaulipas se tomará en Palacio Nacional por ya saben quién’.
‘Sí, la decisión del nombre del candidato a gobernador o candidata a gobernadora la tomará el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, en su calidad de jefe máximo, líder real y guía moral de su partido’, se añadió.
El Kiosko subrayó: ‘Habrá quien mande elaborar encuestas para salir lo más alto posible en los ratings de popularidad, habrá quien se diga el hombre más cercano al lopezobradorismo, habrá quien levante la mano para ver si chicle y pega, habrá quien ande alborotado porque sus amigos, compadres y asesores lo hacen creer que es el hombre que el estado necesita, habrá quien sueñe en grande porque está cerca de cierto dirigente de partido o secretario del gabinete, pero… nada de eso influirá, absolutamente nada, en la forma de pensar y de decidir del señor de Palacio Nacional’.
Para dejar más en claro el tema, esta columna recalcó: ‘Esa decisión es de Andrés Manuel López Obrador, de nadie más. Esa decisión no es del dirigente del partido, Mario Delgado; ni de la (entonces) secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; ni del líder del Senado, Ricardo Monreal; ni menos de una encuestadora, de nadie. Es una virtual atribución presidencial. ¿Okey?’.
Eso lo sabía no solo Maki Ortiz, sino, reitero, cada uno de los aspirantes a la candidatura de la 4T a la gubernatura de Tamaulipas. Lo sabían Olga Sosa, Adrián Oseguera, José Ramón Gómez Leal, Rodolfo González Valderrama, Héctor Garza (‘El Guasón) y, por supuesto, Américo Villarreal. Todos lo sabían. Todos sabían cuál era la principal regla del juego.
Como presidente nacional de Morena, Mario Delgado, trató, según él, de transparentar la metodología en una larga y tediosa jornada de ‘destapes’ para las nominaciones morenistas en los seis estados que estarán en disputa el 5 de junio de 2022: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
La estrategia gustó a algunos (por ejemplo, Chucho Nader, alcalde de extracción panista de Tampico, dijo públicamente que Morena había hecho bien sus designaciones por medio de encuestas) y, a otros, varios militantes del partido guinda, les disgustó el resultado porque el o la aspirante que apoyaban no fue seleccionado o seleccionada.
Sin embargo, más allá del maratónico ‘show’ realizado hace una semana en las oficinas del CEN de Morena en la Ciudad de México, todos sabían que la decisión que iba a imperar era la de quien realmente manda en el partido, su fundador, su líder, su guía, su jefe máximo: el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por esa razón, cuando Maki Ortiz impugna el proceso interno de Morena en realidad impugna -entra en pleito legal- con la decisión tomada en Palacio Nacional. Esa es la política real. Esa es la realidad.
En otras palabras, la exalcaldesa de Reynosa debe medir bien hasta dónde quiere llegar con su confrontación con la dirigencia nacional de Morena por la designación de Américo Villarreal como candidato a gobernador.
Es entendible, por ejemplo, que viejos y estimados amigos del panismo, como el expresidente Felipe Calderón Hinojosa y la actual diputada federal Margarita Zavala puedan ‘hablarle al oído’ para que ‘la haga de tos’ al interior del Movimiento de Regeneración Nacional y genere tensiones y sensaciones de división. Son amistades que la exalcaldesa de Reynosa nunca ha negado y que formaron parte de su crecimiento político. Son amistades que sostienen un añejo pleito (incluyendo el fraude electoral del 2006) con AMLO.
Al fin de cuentas, la trayectoria política de Maki se hizo en el panismo y se fortaleció en el calderonismo. Su origen es azul y eso no tiene nada de malo. Su simpatía abierta por Morena data apenas de hace unos meses, cuando comenzó a hacer, junto a Mario Delgado, la señal de la 4T y a vestir de color guinda porque quería ser candidata a gobernadora.
Maki tiene derecho al ‘pataleo’ y a interponer los recursos que quiera ante todas las instancias legales. Pero, como todo en la vida, a cada acción, habrá una reacción.
Esa es una Ley de la Física… y también es una Ley de la Política.
Y para cerrar
Las designaciones de los candidatos a cargos de elección popular desde el más alto mando ocurren en todos lados.
Por ejemplo, en Tamaulipas, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, quiere designar como candidato del PAN a la gubernatura la a su hermano Ismael, perdón… sorry… a su leal secretario general de gobierno, César Verástegui Ostos. Eso es evidente y notorio.
Otro ejemplo de cuando se ejerce el poder: en Reynosa, Maki dejó como su sucesor en la alcaldía a su hijo, Carlos Peña Ortiz, nombramiento que recibió la bendición de Morena… y del más alto mando de la 4T.
Tal vez eso ya se le olvidó a la estimada doctora, pero allá, en las alturas, no se les ha olvidado. Neta que no.