Nunca más
Opinión por Jacobo Dayán
Desde hace años abunda la información de zonas de extermino en Tamaulipas. Enlisto algunas. En Abasolo se hallaron cerca de 1,900 piezas dentales; en Biósfera el Cielo, Mante, más de 500 cuerpos han sido recuperados; 47 hornos crematorios en el rancho El Papalote en Gómez Farías; en 2010, 72 migrantes fueron asesinados en San Fernando y en 2011 fueron hallados cerca de 200 cuerpos en la misma localidad; en algunos sitios los colectivos han encontrado hasta camionetas semi enterradas con restos. No hay semana que no se sepa de asesinatos y desaparecidos en Reynosa y Nuevo Laredo. En todo el territorio tamaulipeco han sido encontradas zonas de exterminio.
En esta ocasión se trata de La Bartolina, a 25 kilómetros de Matamoros y muy cerca de la frontera con Estados Unidos. Es una zona de exterminio utilizada por grupos criminales conocida por el Estado desde 2016 y mantenida en silencio hasta ahora. Las primeras sospechas hablan de que se trata de una zona de exterminio que operó en los años de gran violencia de los Zeta y el Cártel del Golfo (2009-2012).
En esa región del noreste de Tamaulipas comprendida por los municipios de San Fernando, Matamoros, Valle Hermoso, Río Bravo y Reynosa se contabilizan miles de personas desaparecidas. Tan solo en estos 5 municipios tamaulipecos, las cifras públicas de la Comisión Nacional de Búsqueda arrojan 2,545 personas desaparecidas, no localizadas y localizadas entre 2009 y 2012; en todo el historial que cubre esa base de datos la cifra es de 7,461 en los 5 municipios. Como afirman los colectivos de todo el país, las cifras reales deben ser muchísimo mayores.
Para realizar esta columna me entrevisté con víctimas y colectivos de la región, así como con autoridades presentes en los hallazgos. En 2016 la fiscalía recuperó restos en La Bartolina sin hacerlo público ni notificarlo a los colectivos de familiares de desaparecidos. Cinco años manteniendo criminalmente el silencio y negando información a quienes buscan desaparecidos a pesar de que algunas notas periodísticas salieron en ese tiempo.
Una denuncia anónima en Facebook llevó a los colectivos, años después, a La Bartolina. Ellas obligaron al Estado a regresar y asumir la responsabilidad que en el pasado se negaron a cumplir. En días recientes distintos medios reportan el hallazgo de media tonelada de restos y fragmentos óseos. La realidad es que desde 2020 se han recuperado más de 630 kg y recientemente 130 kg adicionales. Un total de 760 kg más lo que se desconoce que se recuperó en 2016.
Por si esto no fuera suficiente horror, el predio es de 600 m2 y hasta la fecha se ha trabajado en 5 m2, según los colectivos, y 20 m2 según algunas autoridades. Cerca de 800 kg encontrados en un puñado de metros cuadrados y una profundidad máxima de 60 centímetros.
El hecho es que La Bartolina no ha sido inspeccionada en su inmensa mayoría. De 600 m2 solo un pequeño porcentaje ha sido inspeccionado. Autoridades y víctimas coinciden: “Hay más, mucho más” restos en La Bartolina.
Los hallazgos son de fragmentos calcinados, lo que dificulta la identificación; cuerpos enteros o en partes; distintos huesos, y objetos personales como placas metálicas quirúrgicas, relojes, anillos, ropa y credenciales.
Una de las madres de desaparecidos me comenta que “donde pique hay restos”. Las desapariciones no han parado, “esto sigue”. Una autoridad presente en la búsqueda me afirmó que “probablemente se trate del mayor centro de exterminio que haya visto”, incluso mayor que Patrocinio en Coahuila, que hasta ahora se pensaba la mayor zona de exterminio del país.
La Fiscalía General de la República se ha negado a realizar una búsqueda a fondo en La Bartolina, argumentando falta de recursos económicos. Hay riesgo de que se hayan perdido restos y que esto ocurra en el futuro debido a que “el agua puede arrastrarlos”, ya que se encuentran sobre el terreno o a poca profundidad. Repito, son 600 m2 y solo se han inspeccionado entre 5 y 20. Urge un compromiso de las autoridades por recuperar la totalidad de restos en La Bartolina. Son los colectivos quienes empujan y hacen aquello que le corresponde al Estado.
Es imperativo que se realicen los trabajos faltantes en La Bartolina, ¿habrá capacidad del Estado para realizar las identificaciones? ¿Quién explica este fenómeno? Seguir negando una Comisión de la Verdad es criminal. La Bartolina es un ejemplo más de que se requieren investigaciones por fenómeno y no caso a caso. La impunidad es la norma. Solo 35 sentencias por desaparición ante un universo que está por superar las 90 mil personas en cifras oficiales.
Una vez que se ha dado a conocer esta zona de exterminio regresa la misma pregunta: dónde está el sustento moral de una sociedad que convive con el horror y sigue sin exigir un fin a este infierno y el retorno de algo de humanidad y Estado de derecho.
CONTINUARÁ…
Jacobo Dayán. Especialista en Derecho Penal Internacional, Justicia Transicional y Derechos Humanos. Se desarrolla como docente, investigador, conferencista, activista, analista, columnista y consultor tanto en México como en el extranjero.