Redacción EB
¿Por qué nos estamos matando si Río Bravo nos divide unos kilómetros y sigue siendo Tamaulipas? ¿Por qué estamos peleándonos y dividiéndonos entre nosotros? ¿Por qué no podemos disfrutar de Reynosa, Río Bravo, Matamoros?, cuestiona el trabajador Evaristo Recio Rosas a las y los reynosenses desde un templete en la plaza principal del municipio fronterizo.
El sábado pasado, Evaristo recibió la noticia de la muerte de su hermano Alfredo, un taxista de 54 años que al escuchar disparos intentó resguardarse en la base de taxis, San Miguel. A los pocos minutos, un comando armado llegó al sitio y le disparó en 5 ocasiones. Alfredo quedó dentro del automóvil y es una de las 15 víctimas de la masacre de Reynosa.
Al día siguiente de la masacre, Evaristo se convirtió en uno de los familiares más activos en la exigencia de justicia a las autoridades. Él y Olga Ruiz, hermana mayor de Fernando, un joven de 19 años que el comando asesinó mientras esperaba el pago por una semana de albañil, dinero que ahorraba para pagar la licenciatura en enfermería, son los principales personajes del reclamo social de paz y justicia en la frontera tamaulipeca.
Evaristo viste una playera con una fotografía de su hermano. Detrás de él hay mujeres, hombres y niños en bicicletas que cargan pancartas con fotos de personas desaparecidas en Reynosa, Matamoros, Río Bravo, entre otras ciudades. El grupo, custodiado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de Tamaulipas, aún no sale y Gustavo Azuara, el activista que organizó la marcha habla a los reporteros, pero la voz que más resuena es la del hermano de Alfredo. La caminata parte del bulevar Morelos y en media hora llega a la plaza principal de Reynosa.
La extensión de la plaza desnuda la poca respuesta de la sociedad de Reynosa a la convocatoria que hicieron familias de víctimas el pasado martes. Las mujeres y los hombres son 40 y agitan globos blancos y gritan: “Queremos paz, queremos paz, queremos paz”.
Los manifestantes toman sana distancia para comenzar el mitin. Al templete suben algunos familiares y Gustavo Azuara. Evaristo toma el micrófono y dice:
“Iban directo a acribillarlos, sin saber quienes eran, qué hacían, a qué se dedicaban. ¿Por qué nos cierran las maquiladoras? Estamos trabajando, somos trabajadores; dicen que no es cierto y sí es cierto que nos están cerrando las maquiladora, por eso tenemos Guardia Nacional, por lo mismo de las amenazas. ¿Por qué nos están amenazando si nosotros somos el pueblo, el trabajador? No queremos más que justicia, que ya no haya más fuertes, que estas muertes no sean en balde; ya murieron nuestros parientes ok, que ya no haya más.
No es posible que salgas a la tienda y recibas un balazo por ir a llevar un kilo de tortillas para tu casa; no es posible que salgas a trabajar y recibas un balazo en lugar de la paga, esos jóvenes no les habían pagado aún y por eso estaban ahí, esperando su paga y esa fue la paga que les dieron, eso es algo que no se merece el pueblo de Reynosa. Ese señor que salió por el pan, mi hermano que salió de la casa para dejar un viaje. El pueblo siente impotencia de no poder hacer nada y nuestros gobernantes tampoco hacen nada.
¿Qué está pasando Reynosa? ¿Por qué matarnos entre tamaulipecos? Somos tamaulipecos, no somos extranjeros, no venimos de otros países y estamos en Reynosa, y entre reynosenses nos estamos acabando unos con otros. ¡Paren esas masacres! Somos tamaulipecos, somos familia, somos parientes de aquí mismo. ¿Por qué nos estamos matando si Río Bravo nos divide unos kilómetros y sigue siendo Tamaulipas? ¿Por qué estamos peleándonos y dividiéndonos entre nosotros? ¿Por qué no podemos disfrutar de Reynosa, Río Bravo, Matamoros? Ya no podemos viajar por la misma inseguridad. Basta de estar encerrados, inseguros. Basta de querer ir a ver a tu familiar y no poder ir porque está mal ese pueblo, porque está mal aquél pueblo y simplemente es Tamaulipas. Nosotros queremos andar en Tamaulipas libres. Nos crearon una ciudad de cárcel.”
Evaristo termina y el silencio avanza en la plaza. Edith González, integrante del colectivo Amor por los Desaparecidos de Tamaulipas toma la palabra, pide paz y justicia por las desapariciones, los robos a mano armada, los secuestros, los asesinatos y los feminicidios. Los familiares rezan juntos un Padre Nuestro.

Gustavo Azura toma la palabra y reconoce: “Esperábamos más gente, pero hay gente que tiene miedo de salir y queremos un Reynosa libre; yo no me puedo quedar en mi casa sabiendo que hay inseguridad porque también pueden llegar a mi casa a matarme”.
A 24 kilómetros de Reynosa, Pánfila y Olga Ruiz, madre e hija, encabezaron la caravana que no dejó de sonar el claxon por las calles y se detuvo para orar frente a la presidencia municipal de Río Bravo. “Mi hijo era un hombre bueno trabajador, padre,(…) te pido que traigas la paz a Reynosa, a Río Bravo. Te pido, padre, por los periodistas, por las comunidades, ilumínalos, padre, guárdalos, señor”, dijo la madre de Fernando en una oración de dos minutos. Al terminar la oración se dirigieron al panteón para orar frente al sepulcro de Fernando.
Por la tarde del sábado apareció un mensaje en el facebook personal de Gustavo Azuara. En pocos minutos el rumor es que había sido secuestrado.

Al filo de las 20:50 horas del mismo día, él mismo publicó un video diciendo que le habían robado el celular y el ladrón dejó la publicación en las redes.
Con información de Notigape y El Mañana de Reynosa